viernes, 17 de marzo de 2017

El profesor enamorado


Había terminado mi bachillerato en ingeniería y buscaba trabajo desesperadamente. Un amigo me aconsejo.
-¿Por qué no te metes de profesor?
No veía con buenos ojos ser profesor, jamás lo había pensado además pensaba que la profesión de profesor estaba desacreditada y desvalorada
-Podría ser-Le dije más por cumplir y por mostrarme estar abierto a cualquier opción aunque fuera mentira. Nunca se me hubiera ocurrido ser profesor, andar con pantalones lustrosos, sacos envejecidos, manos de tiza y rostro cansado. No, el profesorado no era lo mío.
-Tengo un amigo que trabaja en la unidad educativa de Santa Beatriz y te podría conseguir un trabajo.
-¡Qué bien!
-Anda a verlo mañana. Lo llamaré para que te espere.
Iría por no defraudar a mi amigo que tan preocupado se veía por mí.
Al día siguiente me entrevisté con su amigo e inmediatamente me dio un trabajo de profesor de matemáticas. ¡Qué mala suerte! Por mi inexperiencia no sabía que la mayoría de trabajos se conseguía por recomendaciones y no por llenar solicitudes.
Así que heme, aquí en el primer día de clase en una escuela secundaria. En la sala de profesores conocí a mis colegas, todos mis simpáticos, agradables y jóvenes como yo. Me cayó súper bien una profesora de literatura llamada Clotilde a quien todos llamaban Coty. Yo era como el nuevo chico del barrio, todos eran muy atentos conmigo y bien amistosos, especialmente Coty. En la hora del almuerzo me volví a encontrar con mis colegas y yo deseaba más que todo encontrarme con Coty. Era de casi mediana estatura, bonita figura, simpática y una voz ronquita, como la de Marisol. Estaba con dos amigas, una se llamaba Isabel y la otra Janet, ambas profesoras de literatura también. Charlamos un rato.
-¿Cómo te fue en tus primeras clases? –Preguntó Coty.
-Muy bien, los chicos son tranquilos y se ve que tienen ganas de aprender.
-Lo que pasa es que te quieren impresionar para que te confíes. No le sigas el juego, mantente serio, no te rías ni hagas bromas hasta medio semestre. Después si quieres te puedes soltar.
Lo estaba haciendo bien gracias a los consejos de Coty y eso me hacía verla más imprescindible, más fraterna y más cálida conmigo. Además era bonita, graciosa y juvenil.
Había pasado dos meses y cada día me atraía más. Bueno, no era el único que la veía así. Me di cuenta que por lo menos había dos colegas que también se interesaban sentimentalmente por ella y me veían recelosamente. Yo me hacia el “loco” pues no quería originar una mala impresión en un trabajo en el cual era novicio y sin experiencia. Así que trataba en lo posible de no delatar ningún sentimiento hacia Coty. Nadie debía de sospechar mi gusto hacia ella.
En contraste había una colega, amiga de Coty, que insinuaba tener alguna intención para conmigo. Sonreía un poco más de la cuenta cuando hablaba conmigo y era un poco más solicita en ayudarme cuando necesitaba algo. Yo me mostraba cortes y agradecido por sus favores pero nada más. Me cuidaba celosamente para no crear falsas expectativas en ella. Así que todo estaba bien y empecé a dar más muestras de mi predilección por Coty.
-Muchas gracias por ayudarme. Sin tu ayuda hubiera sido muy difícil el trabajo con los estudiantes.
-No exageres. Tú eres inteligente y sé que podrías haberlo hecho sin mi ayuda.
-Pero con tu ayuda ha sido mejor y mucho más fácil.
-Gracias por tus palabras.
-Me dicen mis estudiantes que tú eres su profesora favorita.
-¿Así?
-Pues tienen toda la razón. Eres muy inteligente, preparada, amable y además…bien simpática.
-¡Que exagerado habías sido!
-No, dirás que honesto.
Así fue pasando los meses y mi ansiedad por Coty se acrecentaba más y más. Un día decidí hacer más seria nuestra amistad invitándola a cenar. Era casi hora de salida y subí al ascensor que conducía al tercer piso, al cuarto de materiales donde iba a recabar un mapa para mi última clase. Subí y estaba solo, apreté el botón del tercer piso y las puestas del ascensor empezaron a cerrarse. Casi en el último instante una mano detiene una puerta, con las dos las abre y entra Janet.
-¡Hola! Pasa, no me di cuenta que venias.
Janet me sonrió. Entró y se paró al lado mío sin dejar de sonreír. El ascensor se echó a andar. Había recorrido un piso cuando de pronto Janet se abalanza sobre mí y  me echa sus brazos sobre mis hombros… y me besa. Abre lentamente mis labios y mi boca con su lengua y los succiona frenéticamente con sus labios. Yo estaba de una pieza. A unos segundos me soltó cuando la puerta del ascensor se disponía a abrir. Janet se compuso y bajó. Yo me quedé allí, sin saber qué hacer ni que pensar. El ascensor automáticamente bajó y se detuvo en el primer piso otra vez cuando bajé.
Termine mi última clase como un zombi y aun con el estupor de lo que había pasado. Fui al salón de profesores y me encuentro con Coty para invitarle a cenar
-Ya me contaron lo que pasó hoy en el ascensor. Te hiciste enamorado de Janet.
-Bueno, yo…
¡No! ¡Yo no me he hecho enamorado de nadie! Quise gritar. Janet es la que me beso. Me sorprendió y no supe cómo reaccionar. Janet no me gusta, para nada. Solo me gustas tú.
Pensé decirle todo eso a mi amor pero… ¡que me va creer! Ni yo lo creería. Además, como puedo acusar a una mujer de aprovecharse, sería una bajeza y falta de caballerosidad.
-Sí, así es –Dije con resignación.
-Ya soy enamorado de Janet.

                                             ________



No hay comentarios.:

Publicar un comentario