Había terminado mi bachillerato en ingeniería y
buscaba trabajo desesperadamente. Un amigo me aconsejo.
-¿Por qué no te metes de profesor?
No veía con buenos ojos ser profesor, jamás lo había
pensado además pensaba que la profesión de profesor estaba desacreditada y
desvalorada
-Podría ser-Le dije más por cumplir y por mostrarme
estar abierto a cualquier opción aunque fuera mentira. Nunca se me hubiera
ocurrido ser profesor, andar con pantalones lustrosos, sacos envejecidos, manos
de tiza y rostro cansado. No, el profesorado no era lo mío.
-Tengo un amigo que trabaja en la unidad educativa de
Santa Beatriz y te podría conseguir un trabajo.
-¡Qué bien!
-Anda a verlo mañana. Lo llamaré para que te espere.
Iría por no defraudar a mi amigo que tan preocupado se
veía por mí.
Al día siguiente me entrevisté con su amigo e inmediatamente me dio un trabajo de profesor de
matemáticas. ¡Qué mala suerte! Por mi inexperiencia no sabía que la mayoría de
trabajos se conseguía por recomendaciones y no por llenar solicitudes.
Así que heme,
aquí en el primer día de clase en una escuela secundaria. En la sala de
profesores conocí a mis colegas, todos mis simpáticos, agradables y jóvenes como
yo. Me cayó súper bien
una profesora de literatura llamada Clotilde a quien todos llamaban Coty. Yo
era como el nuevo chico del barrio, todos eran muy atentos conmigo y bien
amistosos, especialmente Coty. En la hora del almuerzo me volví a encontrar con
mis colegas y yo deseaba más que todo encontrarme con Coty. Era de casi mediana
estatura, bonita figura, simpática y una voz ronquita, como la de Marisol.
Estaba con dos amigas, una se llamaba Isabel y la otra Janet, ambas profesoras
de literatura también. Charlamos un rato.
-¿Cómo te fue en tus primeras clases? –Preguntó Coty.
-Muy bien, los chicos son tranquilos y se ve que
tienen ganas de aprender.
-Lo que pasa es que te quieren impresionar para que te
confíes. No le sigas el juego, mantente serio, no te rías ni hagas bromas hasta
medio semestre. Después si quieres te puedes soltar.
Lo estaba haciendo bien gracias a los consejos de Coty
y eso me hacía verla más imprescindible, más fraterna y más cálida conmigo. Además
era bonita, graciosa y juvenil.
Había pasado dos meses y cada día me atraía más.
Bueno, no era el único que la veía así. Me di cuenta que por lo menos había dos
colegas que también se interesaban sentimentalmente por ella y me veían
recelosamente. Yo me hacia el “loco” pues no quería originar una mala impresión
en un trabajo en el cual era novicio y sin experiencia. Así que trataba en lo
posible de no delatar ningún sentimiento hacia Coty. Nadie debía de sospechar
mi gusto hacia ella.
En contraste había una colega, amiga de Coty, que
insinuaba tener alguna intención para conmigo. Sonreía un poco más de la cuenta
cuando hablaba conmigo y era un poco más solicita en ayudarme cuando necesitaba
algo. Yo me mostraba cortes y agradecido por sus favores pero nada más. Me
cuidaba celosamente para no crear falsas expectativas en ella. Así que todo
estaba bien y empecé a dar más muestras de mi predilección por Coty.
-Muchas gracias por ayudarme. Sin tu ayuda hubiera
sido muy difícil el trabajo con los estudiantes.
-No exageres. Tú eres inteligente y sé que podrías
haberlo hecho sin mi ayuda.
-Pero con tu ayuda ha sido mejor y mucho más fácil.
-Gracias por tus palabras.
-Me dicen mis estudiantes que tú eres su profesora
favorita.
-¿Así?
-Pues tienen toda la razón. Eres muy inteligente,
preparada, amable y además…bien simpática.
-¡Que exagerado habías sido!
-No, dirás que honesto.
Así fue pasando los meses y mi ansiedad por Coty se
acrecentaba más y más. Un día decidí hacer más seria nuestra amistad
invitándola a cenar. Era casi hora de salida y subí al ascensor que conducía al
tercer piso, al cuarto de materiales donde iba a recabar un mapa para mi última
clase. Subí y estaba solo, apreté el botón del tercer piso y las puestas del
ascensor empezaron a cerrarse. Casi en el último instante una mano detiene una
puerta, con las dos las abre y entra Janet.
-¡Hola! Pasa, no me di cuenta que venias.
Janet me sonrió. Entró y se paró al lado mío sin dejar de sonreír.
El ascensor se echó a andar. Había recorrido un piso cuando de pronto Janet se
abalanza sobre mí y me echa sus brazos
sobre mis hombros… y me besa. Abre lentamente mis labios y mi boca con su
lengua y los succiona frenéticamente con sus labios. Yo estaba de una pieza. A
unos segundos me soltó cuando la puerta del ascensor se disponía a abrir. Janet
se compuso y bajó.
Yo me quedé allí, sin
saber qué hacer ni que pensar. El ascensor automáticamente bajó y se detuvo en el primer piso otra
vez cuando bajé.
Termine mi última clase como un zombi y aun con el
estupor de lo que había pasado. Fui al salón de profesores y me encuentro con
Coty para invitarle a cenar
-Ya me contaron lo que pasó hoy en el ascensor. Te hiciste
enamorado de Janet.
-Bueno, yo…
¡No! ¡Yo no me he hecho enamorado de nadie! Quise gritar.
Janet es la que me beso. Me sorprendió y no supe cómo reaccionar. Janet no me
gusta, para nada. Solo me gustas tú.
Pensé decirle todo eso a mi amor pero… ¡que me va
creer! Ni yo lo creería. Además, como puedo acusar a una mujer de aprovecharse,
sería una bajeza y falta de caballerosidad.
-Sí, así es –Dije con resignación.
-Ya soy enamorado de Janet.
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-Ya soy enamorado de Janet.
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