No se iba la felicidad de mí después que Cecilia me
dijera que me quería. Me sentía profunda e infinitamente más querido con esas
simples palabras de lo que jamás hubiera esperado estarlo. Claro, te quiero son
solo palabras pero fue una poción de dopamina y ternura que derritió mi corazón
y conmovió mi alma.
Pero ¿Por qué me conformo con tenerla en sueños? ¿Por
qué no intento vivir nuestro romance en la realidad? ¿Acaso no podría tener
algo mejor? ¿No será que Cecilia tomaba el camino más fácil, el tener una
familia, un esposo, y seguir siendo fiel? Para mí era claro, sino fuera en sueños
no tendría nada de ella. En el mundo de los sueños ella me quiere y está
conmigo.
Aunque… quisiera verte alguna vez, tener tu presencia
frente a mí, sentir los miles de detalles que te hacen tú, acariciarte en la
realidad y liberarme de la condena de verte solo en sueños.
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