Cuando adolescente me gustaba escuchar
música moderna. En realidad, me gustaba desde niño, cuando podía elegir la
música que se escuchaba en la radio. Recuerdo que una vez forcejeaba con mi
hermana mayor por sintonizar la radio de nuestra preferencia. Tanto jaloneamos
el botón del dial que este se rompió y ya no cambiaba emisoras porque el hilo
que movía la aguja del selector se rompió.
Así empecé escuchando Paul Anka, Neil
Sedaka, Chubby Cheker, etc.
Después aparecieron los Beatles y fue un
loquerío. Más tarde me gustaban los Rolling Stones. Hasta que apareció “Bread”.
En realidad, no me gustaba y no entendía por qué. Su música era romántica,
melodiosa con letra de gran significado amoroso. Obviamente en las fiestas, los
discos de Bread servían para “aparrar” a las chicas, quiero decir, juntarse
estrechamente a la chica con quien bailabas, si es que podías o la chica te lo
permitía. Aun así, no entendía porque no me agradaba. Sentía a Bread como algo
extraño, lejano, demasiado maduro para mí, sus letras casi me asustaban. Hasta
que escuche la canción “Aubrey”, un nombre raro de una chica singular.
Y me identifiqué con esa canción, porque la chica que amaba era así, una
chica sencilla con un espíritu dentro que atraía los mejores sentimientos de
uno. Era vital y naturalmente alegre, pero esta alegría que mostraba no era una
pose o una intención o esfuerzo de ser alegre, su contento venia de adentro,
tan silvestre como la cualidad de dar sombra de un árbol o de cantar de los
pájaros o de mojar de la lluvia. Y las dificultades y tristezas que
regularmente nos acaece, Mabel los tomaba con estoicismo, como cuando llega el
invierno y hay que soportar el frio, como cuando llega la noche y la oscuridad
y debemos dormir o cuando una divertida fiesta se acaba y hay que despedirse y
regresar a casa.
Las canciones de Bread empezaron a
cantar los sentimientos y emociones que tenía por Mabel. Una canción que
expresa la imposibilidad que tenia de comprender a Mabel era “If” ósea “Si”:
“Si una imagen pinta mil palabras, entonces, ¿Por qué no puedo pintarte a ti? …
y cuando el mundo se acabe, entonces, una a una las estrellas se apagarían,
entonces, simplemente, tu y yo volaríamos lejos.” Este final se sentía tétrico,
pero no repare mucho en ello.
“Mi diario” (Dairy) es una canción
compleja, intensa y controversial. Trata de un esposo que encuentra el diario
de su pareja escondido en la base de un árbol. El esposo cree que se trata de él,
pues la esposa relata en el diario que ha encontrado el amor de su vida. El
esposo le pregunta por el diario para confirmar que el amor de su vida era él.
Ella esquiva la pregunta y no le da importancia. El esposo decide tratar de
darle lo mejor que puede a su esposa. Pero al releer el diario, el esposo
encuentra que las paginas están adheridas por lágrimas. Entonces se da cuenta
que el amor de la vida de su esposa no era él. El esposo decide seguir su vida
aparte y desearle a su exesposa y al amor de su vida las cosas más dulces que
puedan alcanzar.
Al escuchar esa canción me imaginaba que
la pareja de Mabel pudiera entender y comprender que ella había encontrado su
verdadero amor y que tuviera la nobleza de dejar libre a Mabel. Bueno, eso fue
solo un sueño.
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