jueves, 2 de junio de 2022

¡Guíame Mabel! -XLVII

 


Al principio fue un aparente juego de seducción, era lo que imaginaba yo, pero en ese juego yo no era el seductor. Me negué a entrar al juego a pesar que lo deseaba tanto y sin encontrar un motivo de ¡porque no!

Los ocasionales encuentros que tuvimos revelaban una sutil, fresca e inocente seducción que yo no lo consideraba como serio. Pero sonrisas alegres, conversaciones particulares me comenzaban a turbar. En última instancia te abalanzaste a mí, me arrollaste con no sé qué, sutil ternura, atención especial, gracia encantadora, yo que andaba siempre atento. Caí en una red que no me estrelló al suelo, me tuvo balanceando mientras una suerte de pócima hacia efecto en mi mente, en mis emociones. Ahora yo quería abrazarte, estar juntos, verte siempre.

Desde joven había creído en las almas gemelas, destinadas a encontrarse en la vida y cumplir un destino establecido. Eso lo sabía mi mente y mi razón, así como mi mente sabia la existencia de Dios. Mi vida había sido una preparación para saltar un escalón no sé adónde. Mi existencia pasó por pruebas perturbadoras, aquí, allá, en ese momento, en aquel otro, sometido al soplo del viento sin poder posarse en algo firme. Alguien tenía que ayudarme, algo tenía que pasar.

Los sueños siempre han significado algo especial en mi vida. Desde pequeño me han acompañado, para librarme de cosas, para alcanzar cosas. No necesitaba estar dormido para soñar, tenía ensoñaciones que me avisaban de personas que iba a conocer y de lugares que iba a conocer. Tanto me ligué a los sueños que mi nombre de usuario del internet era “elsoñador ̏.

Hasta que lo inesperado ocurrió, lo más absurdo, fatal y triste pasó. Fui viendo en mis sueños lo que el ser que quería iba dejando esta vida. Y yo sin entenderlo, ciego fui ante lo que era soleado de claro. Ella lo presentía, desesperada y yo inconsciente quería ignorar que miles de plegarias no pueden salvar una vida que estaba destinada a ayudarte en mi formación. Y no fui yo el que acepto el sacrificio sino mi guía y por eso alabó su … tu vida. Solo pido perdón por no haberme dado cuenta, perdóname.

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