Te recuerdo Pilar,
te recuerdo porque nuestro encuentro incidental consumió un tiempo de vida y el
tiempo es sagrado.
Yo tenía 19 años
cuando la conocí. Era una chica bonita, mediana estatura, cabello claro como su
piel. No recuerdo el color de sus ojos, serían marrones claros o estoy
inventando. Ella tendría 17 o 18. Era agradable su carácter, era correcta sin
ser seria. Era risueña si ser escandalosa y sabía elaborar bromas graciosas con
un leve tinte de picardía y tenue coquetería. Vivía en un barrio de la Avenida
Grau, el barrio de unos amigos que solía frecuentar. Su carácter y forma de ser
trajeron atención de un amigo
-Esa chica va ser
mía – dijo.
A ese amigo que
quería estar con Pilar lo conocíamos como Chavi. No sabíamos su nombre
verdadero. Chavi era de contextura gruesa, mediana estatura. Frisaba los 22 años,
más o menos. Usaba lentes de marco metálico que le daba adustez a su rostro. Se
la daba de gracioso y listo, creo que el más listo de todos, gustaba contar
anécdotas inverisímiles, como que siempre estuvo con chicas bonitas, pero no le
conocíamos ninguna. Tenía una sonrisa burlona, desagradable y solía mofarse de
los demás. Admiraba la película "La naranja metálica" y solía usar palabras
del idioma inventado nadsat, de la película.
-¡Drugos! ¡vamos a
bitha! (Amigos, vamos a pelear)
Era una película
violenta y Chavi quería recrear en la realidad, la actuación de Alex, el
personaje principal
Regularmente
pasábamos los sábados en fiesta que nos invitaban o que nos metíamos. Chavi,
como yo, no vivía en ese barrio, venía de muy lejos pero siempre nos juntábamos
como a la 6 o 7 en Grau. Estando en grupo, Chavi aprovechaba para enamorar a
Pilar. Ella mostraba bastante tolerancia ante los bruscos y sin fineza,
muestras de atención de parte de Chavi. Nos divertía ver esas escenas cómicas
que elaboraba Chavi, pero muchas veces caía pesado y chinche. Algunas veces
Chavi no se aparecía y Pilar se mostraba más risueña y tranquila, platicando
con todos. Un día Pilar, de la nada, me pidió que intercambiáramos unas
chaquetas tipo Lee que usábamos. La mía
era rojiza y la de ella azul. Pensé que era porque le gusta más la mía, porque
la verdad, estaba mejor hecha, más entallada.
Los sábados solíamos
reunirnos en la noche para ver a que fiesta o tono íbamos. Cuando estábamos en
las fiestas Chavi quería bailar todas las canciones con Pilar. Para evitarlo algunas
veces me pedía bailar con ella. Al vernos, Chavi no disimulaba su disgusto. Yo bailaba
con gusto con Pilar, no le veía nada malo. Al contrario, Pilar me caía bien,
tenía buena onda, pero no abrigaba ninguna intención sabiendo que Chavi la
pretendía. Lo contrario sería una tremenda deslealtad. Así pasábamos
el tiempo, en fiestas, paseos, idas al cine, a la playa.
Una vez, no sé cómo,
me encontré con Pilar un sábado en la noche, solo los dos. Creo que el grupo
salió de parranda sin esperarnos. No sabíamos dónde ir y decidimos ir a ninguna
parte. Así que decidimos caminar. Como a 12 bloques estaba el centro de la
ciudad. Paseamos, encontramos una fuente de soda, bebimos sodas y comimos empanadas
y seguimos caminando. Llegamos hasta el centro cívico de la ciudad. Era unos
edificios altos, de concreto, donde funcionaban oficinas del gobierno. A esa
hora, serían las 9 de la noche, estaba todo cerrado, con pocas luces y corredores estrfechos. Entramos
por un corredor y le dimos algunas vueltas al centro cívico. Entonces, le dije
a Pilar
-¿Nos vamos? Y me
dijo
-Ya pues.
Estábamos saliendo
cuando Pilar me coge de la mano y me dice
-¡Ven acá!
Me llevo contra la
pared y me beso.
-Ahora si vámonos.
Fuimos a una plaza
para embarcarnos en un bus. Estaba viniendo el bus y me dijo
-Yo regreso sola.
Antes de subir me
dijo
-Olvídate de lo que
pasó- y se fue.
Yo me senté en una
banca y me quedé pensando en lo que había pasado. Y lo que había pasado
no tenía ningún sentido para mí. En mi mente se quedó pegado un enorme y
“en negrita” símbolo de interrogación.
A la semana
siguiente Chavi me mira molesto.
-¡Mal amigo! Me
grita.
Creí que sospechaba
algo. Luego una amiga del grupo me comenta
-Pilar es un tiro
al aire.
Yo no le respondí
porque lo que dijo no tenía nada que ver conmigo.
Y me dije, qué raro
que haga ese comentario, como si me estuviera aconsejando.
Yo no pretendía
estar con Pilar. Además, nadie sabía lo que había pasado y no creía que ella lo
hubiera divulgado porque ella quedaría un poco mal, ¿o no?
Creo que al final,
el que quedó bien mal fui yo.
Aun así, te
recuerdo Pilar