Me llevaste a ver lo que tu alma sentía cuando se desprendía de tu
cuerpo.
Luego me dejaste porque donde ibas no te podía hacer compañía.
Cuando en el trance de tu muerte encontraste un sosiego, seres
monstruosos vinieron a asustarte. Te desesperaste, sentiste terror y pensaste
en el infierno. No eran demonios los que te asustaban, fue tu propia mente que
sintiendo desvanecerse creaba cosas para que hicieras algo, pero no se podía hacer
nada … a menos que pudieras regresar. Y sentiste que tenías esa oportunidad,
pero decidiste proseguir. ¿Por qué? ¿Quién no quisiera seguir viviendo? Pero tu
resolviste lo que era bueno para ti. Y te diste cuenta que nada elevado
espiritualmente podías ya alcanzar, lo que estabas destinada a confrontar se había
hecho ya con los resultados que te condujeron hasta aquí. Tenías hijos, muy
queridos, un esposo, una familia que conservar, hermanos y amigos. Todo eso
tuvo que presionarte para volver a la vida, pero entendiste que los seres que
dejabas tenían una meta que la podían alcanzar sin ti. Y declinaste.
Sin embargo, las alucinaciones no terminaron, Tus deseos, tus afanes y
tus anhelos estaban muriendo también y te aterraban por abandonarlos.
Vino una calma tan inesperada como deseada. Y en un proceso total,
reconociste qué eras, un alma en viaje a la
eternidad.
Te hiciste un juicio para comprender lo que habías purificado en ti y lo
que quedo en intento.
Supiste que tenías que volver y que lo harías mejor.
Ya serena y en paz con tu espíritu visitaste a tu hermana más cercana a
ti. Entraste en su sueño, le hablaste y la abrazaste. La viste despertar
contenta sabiendo ella que estabas bien.
A tu hermana mayor la visitaste varias veces en sus sueños, pero no te recordaba.
Algo se lo impedía, pero tú ya todo sabias, desde que te fue dado la sabiduría.
Entonces recurriste a mí. Me despertaste a las cuatro de la mañana con una canción
de la radio que te gustaba. Al abrir los ojos vi que soñando tu hermana te
saludaba.
-¡Hermanita preciosa! Y sonreía.
-¡Has soñado con tu hermana!- Le dije.
Se despertó, se dio cuenta que había soñado contigo y se puso a llorar.