Desde los cinco o menos años de edad me he familiarizado con los
difuntos. Mi madre me llevaba a los velorios y entierros de la familia, de tíos,
padres, abuelos, compadres y familiares cercanos.
No era una experiencia sombría y funesta como podría parecer. Usualmente
los mayores traían a sus hijos aun bebes a los velorios. Era divertido porque yo
tenía ocasión de reunirme con primos que no frecuentaba. Así nos poníamos a
jugar por los contornos de las casas, el jardín, el patio y dormitorios, pero
lejos de la sala donde velaban al difunto. Cuando por alguna razón me acercaba
al féretro lo hacía en silencio por el respeto que los mayores mostraban.
¿Qué significaba a esa edad el morir? Para mí era ya no ver más a esa
persona, quien se iba a un lugar del cual ya no regresaba más, lo que no
representaba mucho para mí. Cuando a los cinco años vi morir a mi hermano de
dos meses de edad en los brazos de mi mama, no me entristeció tanto el saber
que jamás lo volvería a ver.
Hasta que fui a un velorio de una comadre de mi mama. La casa quedaba
“debajo del puente”, donde terminaba la avenida Tacna o Abancay, no recuerdo
bien. Los velorios en esos tiempos se realizaban en la noche y se enterraba al
difunto al día siguiente. No recuerdo tampoco si nos quedamos a dormir en ese velorio,
pero sí que el día me la pasé jugando con
unos niños que asistieron tambien. Al jugar nos daba hambre y solíamos comer
las galletas de soda que repartían. Como la fuente de galletas estaba en el
comedor cerca de la sala donde descansaba en el ataúd la comadre de mi mama, me
acerqué justo cuando la hija de la difunta
se aferró llorando al féretro y comenzó a
lamentarse.
-¡Mamá! ¡perdóname! Por no decirte que te
quiero. ¡Perdóname! siento mucho no haberte tratado bien.
La hija imploraba por el perdón de la madre. Esa escena me turbó. Me pregunté porque la
hija esperó que se muriera su mamá para decirle que la quería. Me quede pasmado
mirando una escena que no comprendía y desconocía la palabra que describía lo que
estaba viendo.
Tuvieron que pasar más de sesenta años para entender qué cosa es sentir arrepentimiento por no decir lo
que se debió decir en un momento y, habiendo tenido tantas ocasiones, se pierde
esa oportunidad. Es que el tiempo pasa y ya no tienes a tu lado a la persona a
quien debería dirigir tus sentimientos.
Solo cuando te perdí a ti entendí lo que es lamento.
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