viernes, 23 de octubre de 2020

Guiame Mabel VIII

 


                                                                    VIII

Te fui a visitar, en mi sueño. Creo que los sueños no son completos, porque no recuerdo quien me abrió la puerta. Tal vez son completos, pero no recordamos lo anecdótico o sin importancia o quizá si soñamos con detalles, pero no los podemos recordar.

Si, recuerdo que fui a visitarte a tu casa, pero no sé cómo aparecí en tu dormitorio, dormitorio que nunca había conocido. La habitación estaba totalmente oscura, sin ninguna luz encendida, pero había una luz, una luz que venia del cielo raso del dormitorio, de una fuente de luz desconocida. La luz alumbraba directamente tu cama de sabanas y cubrecama blancas. Tú estabas al lado de la cama, en piyamas, mirando la luz. Tenías la boca entre abierta, como si estuvieras perpleja de lo que veías. Porque no solo esa luz blanca era lo extraordinario que había en tu cuarto. Toda tu cama estaba rodeada de unas paredes de vidrio trasparentes que casi tocaban el techo. Mire también esas paredes y también me quede con la boca abierta. ¿Qué era eso? – me pregunté y no comprendía.

Súbitamente me vi caminando por una ciudad silenciosa y vacía, sin gente, sin autos. Al lado mío caminaba tu esposo Saúl, vestido de negro, sin hablarme. Yo no sabía adonde íbamos. La calle daba una especie de curva y se divisaban estatuas de mármol y floreros voluminosos de piedra a la vera. ¿Dónde estamos? – me pregunte a mí mismo. Es bonito este lugar, pero parecía … un cementerio.

Me desperté recordando vívidamente el sueño.


                                      ************************** 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario