viernes, 30 de octubre de 2020

Guíame Mabel - IX


 

¡Por qué! ¡porque! No es posible, ¡no puede ser! No era cierto que te hayas ido, fue un cataclismo, ¡eso fue! un universo había colisionado con el mío, ahora dos irrealidades coexistían al mismo tiempo, uno era la negación del otro, ¡no podía creerlo! era inaceptable lo que había pasado, te pensaba y repensaba hasta el infinito, veía la realidad que era la misma pero diferente, … había pasado tres meses desde que te fuiste y mi pena no menguaba, me pasaba horas mirando la nada, ¿Dónde estarás? ¿habrás reencarnado ya en otro cuerpo? ¿te habrás olvidado de mí? yo que en silencio te quise, ¿no pudiste haberte quedado en este lado? se te debe haberte preguntado y … elegiste irte, no te culpo, la paz y amor del otro lado es casi imposible de rechazar.

Entre estos muchos sentimientos me dormí una noche y soñé, y te vi. Te vi llorando en medio de un charco de agua formado por tus propias lágrimas y me dijiste

- ¿Por qué me dejas así?

Desperté y supe yo que estaba haciendo. Me pedías con pesar que te dejara ir, porque mi sufrimiento te estaba reteniendo. No creí lo que decían, que los llantos y el sufrimiento no dejan partir al ser querido que se va.

-Ve – te dije - ya no con pena sino con serenidad.


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