Aquí está este galeote, encadenado con una cuerda de
plástico a la cabeza, preso en su cubículo. El ton-ton del TKS medra en el
tiempo y en el espacio. Los fulgurantes rayos del monitor acuchillan mi visión
y tornan rojas mis pupilas. Los supervisores nos azotan inmisericordes para
rendir mejor. Extenuados, algunos caen, otros son terminados por deficientes y
arrojados a la mar de inseguridad. Ocho horas por veinte años, mi cuerpo se
encuentra entumecido y encorvado ya. Estoy aquí, pero no estoy realmente, mi
mente vaga y vuela por las alturas donde moran los espíritus. No oigo ni veo
bien. Solo puedo ver fantasmas de los que fueron una vez mis compañeros, con
quienes reí y les enseñé a soñar. Solo escucho murmullos y el chirriar del elevador
que sube y baja trayendo más cuerpos. Siento que es de noche para mí ya y
voy a ser terminado.
A ti, para los seres sin cuerpo, te dejo mi
testimonio en el éter, para que sepas lo que sufrí.
Del libro "Cuentos humanos" de Mario
Mantilla Lima-Peru UNMSM, 2015.
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