jueves, 25 de junio de 2020

Ritz



Ritz
- Doctora, el ideal...
-¡El ideal se acabó!... ¡no existe más!... ¡finito! ¡Terminado!
La frase quedó inconclusa, el sentimiento contenido y la doctora, con una avalancha de hechos, trataba de matar los sueños con un matamoscas.
- ¡Nadie puede hablar fuera de su archivo! ¡El tinglado montado por los socialistas se cayó! fracasó en Bolivia, Perú y es un remedo en Colombia. ¿Más?, Perdió piso la revolución cubana después de la caída del muro.
- Pero vendrá...
- ¡Ni esperanzas!... ¡la globalización! El neoliberalismo rampante quemó las raíces de un desarrollo incipiente... ¡y lo seguirá haciendo! ¡ya no!
Le dolía y no se daba cuenta. Le era más fácil ordenar a su mente suprimir las esperanzas.
Porque había vivido, conocido, experimentado y apostado por el cambio, un cambio real, legitimo, aguardado, esperado. Aún era joven, pero era lo suficientemente madura para abrazar la desilusión.
- Doctora, a pesar de las diferencias que......
- ¡Nunca coadyuvarán sus intereses!
Arrancaba las alas de las mariposas para que no vuelen porque ella no podía volar.
- La sociedad paternalista está vigente y se expresa en todos los sentidos y más aún en las relaciones de pareja. Aún si el hombre y la mujer establecieran un entendimiento para superar la condición de sus existencias, este mismo entendimiento, por su raíz y génesis, estaría negado de antemano.
- En un punto...
- ¡Nada! Hombre y mujer son dos rectas divergentes, que se separan cada día más y que en todo caso, ¡se unen en el vacío!
Casada dos veces, el primer marido había sido tan poco cauto y tan machista como inteligente y culto. Había sido tan liberal y progresista pero que en última instancia, llevaba latente y escondido, su último reducto machista, listo y preparado a defender los principios institucionalizados eras ha. A través de su segundo marido había pactado una tregua con los hombres y establecido una convivencia pacífica; aunque no faltaban las ocasionales escaramuzas en las fronteras.
          Manuel escuchaba una salsa de Willie Colon y Héctor Lavoe. El trombón de Colon empezaba a soplar, bajaba en cuarta, subía en quinta y descendía la escala melódica para trepar vertical, una octava alta...  tuuuuuuuu! Y luego, la voz del cantante de los cantantes... “Y yo te pido un besito, y te toco la manito... ”.
-¿Qué haces Manuel?  preguntó por preguntar
-¡Mira que encontré! – y Manuel entusiasmado se volteó a enseñarle el disco -¿Qué te sucede?- le preguntó al notar su rostro abatido.
-¿Te acuerdas de Consuelo Araujo Noguera, la ex-ministra de Justicia? ¡La mataron!
-¡No!
-¡Sí! ¡uno la mato y todos se echan la culpa! ; que la guerrilla, que el ejército, que los paramilitares, que el gobierno..
-¡Qué pena!
-¡No sé dónde va ir a parar todo!- Frustrada concluyó.
-¿Sabes? ¡olvida todo eso!, y ven... ¡vamos a bailar!
-¡Estás loco!-Frunció el ceño ella con aparente enojo.
-¡No! ¡ven!, ¡no te aflijas!......porque…. ¿la verdad? .... ¡no sé dónde vamos a parar! Pero... ¡esperemos mejores tiempos!, ¡con nuestras velas listas!, para cuando soplen otra vez buenos vientos.
-¿Y mientras? – preguntó ella, y la decepción empezó a abandonar  su rostro.

-¿Mientras?  apurémonos con lo que tenemos, ¡un cuerpo para gozar! ¡y un espíritu para vivirlo!
Y haciendo un mohín con la boca, ella se dejo arrastrar de una mano..... “yo te llevo a Panamá, y te digo así, te voy a llevar a Brasil, después nos vamos a Colombia, bailaremos la cumbia, de Puerto Rico llevo bomba... ¡Ay mamá!, ¡Qué sabrosa tú estás!, ¡ay qué rica mamita!, ¡ay yo te quiero negrita!”



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