Anoche me fui a dormir con un método en mi mente.
Dicen que es bueno dormirse repitiendo dos palabras, éxito y prosperidad para
atraerlas a tu vida. Pero yo agregue una más para atraer a mi existencia: Mabel.
-Hace mucho que no vienes a mis sueños. No, no te reclamo, solo te cuento lo que pasa. Entiendo que debo proseguir mi vida sin ti y hacerme cargo de mi mundo sentimental. Seguro que ves lo que es duro para mi, yo que no sé distinguir entre espíritu, amor y vida, todo es uno para mí. Y tú lo eras todo. Comprendo que ya cumpliste con hacerme ver lo que estaba destinado a saber …lo sé.
Y así me fui a dormir.
Soñé que estaba o entraba a una casa, aunque sentía que no era la mía. Alguien se me acerca y me dice que el dueño quiere hablarme. Sabía que esa persona era el padre de una dama que conocía y que vivía en esa casa. Fui a verlo. Era un señor de unos 60 años, alto, corpulento, con cuerpo de fraile concupiscente.
-Tienes que acompañar a mi señora a hacer las compras.
-Está bien -le dije.
Desde un balcón vi a la señora que aguardaba en el jardín,
acariciando unas flores.
En mi camino al jardín paso por la habitación de la hija
del dueño de la casa. Algo me unía a ella, pero no era claro que. La dama
bordaba algo. De pronto, como si hubiera escuchado mi voz, ingresa Mabel. Ella,
juvenil, de unos 20 años me mira y sonríe, yo le sonrío, ella me sonríe y baja lentamente
la mirada, dirigiéndola al bordado de su hermana. Al percatarme de todo ello, yo
me sonrío aún más, sin saber por qué. Mas mi sonrisa me dura poco al darme cuenta
que la dama era mi esposa y Mabel su hermana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario