En estos días de
otoño en que miles de grullas llegan a nuestro país procedentes del norte de
Europa recordamos a Sadako Sasaki, la
niña japonesa que quiso crear mil grullas de papel, con la esperanza de que, si
lo conseguía, los dioses le concedieran el deseo de curarse de la leucemia
provocada por las radiaciones de la
bomba atómica lanzada sobre
Hiroshima. Sadako murió el 25 de octubre
de 1955, a los doce años, pero se convirtió en un símbolo para el mundo.
Cuando el poeta
daguestano Rasul Gamzatov visitó en el parque de la Paz de Hirohima el
monumento levantado en memoria de Sadako y de todos los niños muertos por la
explosión de las bombas atómicas, quedó impresionado por la historia de Sadako.
De vuelta a su
país, la memoria de Sadako y sus mil grullas, convertidas en símbolo de las
víctimas de la guerra, unida al recuerdo de su madre muerta, al de su hermano
mayor caído en combate y al de otras personas fallecidas durante la Segunda
Guerra Mundial, le inspiró el poema titulado "Grullas", escrito en
ávaro, lengua materna del poeta. En 1968 el poema, traducido al ruso por Naum Grebnev, fue publicado en la revista New
World. El cantante Mark Bernes quiso convertirlo en canción, para ello introdujo
algunos cambios en el texto de Gamzatov y pidió a Jan Frenkel que compusiera la
música. Mark Bernes, muy enfermo ya,
grabó en 1969 la canción que, convertida en homenaje a los soldados soviéticos
caídos en la lucha contra el nazismo, alcanzó enorme popularidad en la URSS.
Sirva pues la
canción de Gamzatov como homenaje a Sadako Sasaki en el 65 aniversario de su
muerte. Pero el mejor homenaje, sin duda, es que ayer, día 24, el Tratado de
Prohibición de Armas Nucleares, promovido por ICAN (Campaña Internacional para
Abolir las Armas Nucleares) alcanzó las cincuenta ratificaciones necesarias
para su entrada en vigor.
Rasul Gamzatov, el autor del poema, nació en 1923 en Tsada Avar, república rusa de Daguestán, en el noreste del Cáucaso, y falleció en Moscú en 2003. Su primer maestro en el arte de la poesía fue su padre, poeta popular daguestano (o daguestaní). Tras estudiar magisterio en la ciudad de Buynaksk, regresó a su aldea en 1940 para dar clases, trabajó también como periodista y como ayudante de dirección teatral. De 1945 a 1950 estudió en el Instituto de Literatura Maxim Gorki, de Moscú, y en 1947 publicó su primer poemario, Amor inspirado y ardiente ira, escrito en ruso. A este seguirán más de veinte libros de poesía compuestos tanto en ruso como en ávaro. Entre ellos, destaca En la montaña está mi corazón (1958). Otra de sus obras más conocidas es Mi Daguestán (1968). Fue también traductor y ocupó distintos cargos políticos. Viajó por Europa, Asia y América. Figura muy popular, gozó de enorme reconocimiento: presidió la Unión de Escritores de Daguestán hasta su fallecimiento, fue galardonado con el Premio Lenin y honrado con el título de Poeta Popular de Daguestán. Coincidiendo con el cumpleaños del autor, el 8 de septiembre, desde 1986 se celebra el Festival de las Grullas Blancas en la República de Daguestán.
Me parece a
veces que los soldados caídos
quienes yacen en
los campos ensangrentados
no fueron
enterrados en la tierra para ser olvidados
sino que se
convirtieron en grullas blancas
A partir de ese
momento,
desde que sus
destinos se convirtieran en féretros
se remontaron al
cielo y nos lanzaron un grito estridente
¿no es por eso
que lamentablemente y con tanta frecuencia
alzamos nuestra
mirada silenciosa cuando las grullas pasan?
Y en la formación
del vuelo de las grullas,
noto un puesto, un espacio vacío para mi
para cuando me
vaya.
Algún día, en
esa formación estaré volando
volaré a los cielos en mi renacimiento
Y desde el cielo
con el trompeteo de grulla
estaré llorando
por todos ustedes que deje en la tierra
Comentario.
¿Por qué van los
soldados a la guerra?
Van porque los
mandan. Seguramente no quieren ir, pero tienen que hacerlo.
¿Temen morir?
Claro que tienen
miedo, pero tienen una idea que los protegen de ese miedo.
¿Cómo enfrentan
los soldados el miedo a la muerte?
El soldado no piensa que va a morir, aunque sabe que alguien va a morir. Pero piensa que el que va a morir es el compañero que está a su lado, el que está al frente o detrás de él. La muerte es una sorpresa para el soldado. Las balas silban a su alrededor, los obuses estallan causando compañeros que mueren destrozados, pero el avanza pensándose protegido, porque es el héroe de la novela de su vida, hasta que un proyectil lo alcanza. Entonces, entiende resignado que andaba protegido por la suerte, pero que a la vez jugaba una lotería funesta que le tocó ganar.
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