domingo, 17 de enero de 2021

¡Guíame Mabel! - XIX

 

                                                       XIX

Había escuchado que ciertas personas, con una fuerte o poderosa relación afectiva entre ellas, se podían comunicar usando un medio paranormal, como la telepatía. Me preguntaba si eso era posible o era un invento, hasta que me paso a mí.

Andaba ya con cuarenta y dos años a cuestas y un día, sería como las dos de la tarde, caminaba por el centro de la ciudad. Paseaba despreocupado cuando transitando por un jirón me topé con una sobrina lejana a quien no había visto hace tiempo.

-Hola María – le dije

-Hola, que tal – me respondió.

Le extendí mi mano y me la estrechó. Súbitamente comencé a sentir una extraña sensación que me hizo llorar, pues mis ojos vertieron lágrimas como si sintiera una gran pena.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan triste? –Le pregunté.

En ese instante se puso a llorar.

-¿Qué te ha pasado?

-Mis padres me han echado de la casa porque he salido embarazada y no tengo a donde ir.

No me había dado cuenta que era víspera de Navidad y verla en esa situación me hizo sentir una gran tristeza.

-Siento mucho lo que ha pasado. La reacción de tus padres es comprensible pero momentánea. A ellos se les pasara la cólera y volverán a recibirte.

-Pero ahora ¿adónde me voy?

- ¿Tienes alguna amiga cerca de tu casa que te pueda alojar? ¿una tía, tu madrina, alguien quien te pueda ayudar en este momento?

-Sí, tengo una tía que vive cerca y creo que me podría recibir.

Me despedí de ella y seguí mi camino.

Me sorprendió lo que me había pasado, pero también me asombró que María no me haya preguntado cómo supe que ella tenía un gran problema. Y es porque ella no se estaba comunicando con palabras ni con miradas. Tal vez ni siquiera Maria se dio cuenta que se estaba comunicando con el espíritu.

Esa experiencia me ayudo a comprender como ocurre la comunicación “esotérica” entre ciertas personas.

Aquellas personas que tienen esos “poderes”, que no lo son, sino habilidades, actúan como aparatos radiofónicos. Unas personas son emisores, transmiten un sentimiento, una idea, un presagio. Otras son receptoras, son las que captan los mensajes y las emociones que emiten las transmisoras. Y algunas personas tienen la capacidad de transmitir y recibir.

Y yo era un simple receptor.

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