sábado, 5 de febrero de 2022

Compañero

 


Andábamos por la calle de granadillas, era las tres de la tarde de un día medio nublado con un sol empequeñecido colgando en el fondo del cielo.

—¿Qué ves? —le pregunté.

—¡Mundos maravillosos! —me respondió.

Andábamos por la calle de granadillas, y de repente ya no andábamos más...

De ambos lados de la calle se alzaron paredes inmensas de nubes negras que oscurecieron el sol. El suelo se tornó en alfombra de niebla. Llovían rayos alrededor de nosotros que traspasaban el suelo. Las montañas de nubes, de miles de metros de altura, se abrían a nuestro paso y se volvian blancas. Callados y sin mirarnos proseguimos andando por el cielo.

En lo inconmensurable del universo sentimos que éramos algo y a la vez nada. Mi mente se inundaba de vacío, mi mente se vació de contenido.

Y de repente otra vez estábamos caminando por la calle de granadillas.

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