-Silverio no quiso que tú salieras con los chicos – Me dijo Gloria, tu
hermana mayor, mi esposa.
-Pero Mabel sí, por eso los pude llevar de paseo.
(Tuvimos el paseo con los chicos después que tu te fuiste y con gran
poder lo hiciste posible y te agradezco profundamente por eso.
Tu esposo no quería que tuviera comunicación alguna con tus hijos. En
parte lo comprendo, pero yo quería estar con ellos, porque eran tuyos y además
porque me caían bien.)
Antes de su partida yo le había pedido a Mabel
pasear a los chicos. Ella no dijo nada, solo me escuchó. Yo sabía que era
difícil porque sabía que Silverio rechazaba esa idea y ella no podía
oponérsele. Después que Mabel murió, orándole le pedí que cumpliera con mi
pedido.
-¿Te dije acaso que ella me trajo a los chicos?
-No.
Casi a tres meses de su partida tuve un sueño. Era de día y estaba en la
casa de Rosario, la otra hermana de Mabel. Alguien tocó la puerta falsa de la
casa. Abrí y me topé con un rostro de mujer que me sonrió; inconcebiblemente su
rostro era de color negro. Sin permiso entra apresuradamente. ¿Acaso no sabía yo
que era Mabel?, como si no recordara que a ella la llamaban “Negrita”. Bueno, le
siguieron unos niños. Seguí a la mujer al segundo piso y los chicos tras de mí.
Corrí por el pasadizo oscuro que
terminaba en un cuarto al fondo y la mujer …había desaparecido. Allí te pregunté
si la habías visto y lo negaste. Imposible, me dije. Ahí desperté.
EL día señalado llegó. Fue sábado, un día en el que yo tenía una diligencia
difícil de postergar, por lo cual yo no iba a estar, pero estuve.
Abrí la puerta falsa y no la principal como se estila cuando se tiene
visitas. Entraron los chicos, pero no vi a ninguna mujer. Los chicos saludaron
y subieron al segundo piso. Recurrimos el pasadizo que es oscuro porque está
hecho de fierro pintado de negro y el corredor se veía oscuro como en mi sueño.
Entramos al cuarto del fondo, que era mi dormitorio y los chicos jugaban
mientras yo me preguntaba si estabas allí con ellos.
No te vi, no sentí que estabas allí, seguro estuviste, como en mi sueño,
pero no poseía el poder extrasensorial para “verte”. Algún día te sentiré,
cuando ya esté muerto.
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